El Fréjol

Perteneciente al grupo de los phaseolus, el fréjol crece entre el nivel del mar y los 3200 m. siendo los 500 m. la altura optima para su desarrollo. Es una planta americana, donde existen dos centros de donde se cree originaria, uno es México y el otro la zona que hoy corresponde a Ecuador, Perú y Bolivia. Luego, en el siglo XVI es exportado por los españoles a Europa, donde adquiere cierta popularidad sobretodo en España. Hoy en día el fréjol es la leguminosa de mayor distribución en América Centro y Sur y en África.

Existen una variedad bastante grande de especies, las cuales se diferencian por su tamaño y color, destacando los fréjoles negros, rojos y blancos. Todos estos se dan en vainas verdes siendo el grano el que tiene color diferente o tamaño diferente. Además la variedad y posibilidad de preparaciones se amplia debido a que los granos se pueden secar de tal forma que su vida útil se amplia, no teniendo sino que remojar el grano unas cuantas horas para poder consumirlo, de esta manera como en la mayoría de leguminosas su poder nutritivo mejora, aunque también se puede consumir fresco.

El fréjol es rico en fibra, folatos, potasio y hierro (de peor absorción que el procedente de alimentos de origen animal), aunque su componente principal son los hidratos de carbono. Así mismo aportan una cantidad importante de proteína vegetal, de peor calidad (por ser deficitarias en un aminoácido esencial, la metionina) que la de origen animal. Sin embargo, si se los combina en un mismo plato con cereales como el arroz, dan lugar a una proteína tan completa como la de cualquier alimento de origen animal.

Tabla de composición nutritiva (por 100 g de porción comestible):

Energía
(Kcal)

Proteína
(g)

Grasas
(g)

Hidratos de carbono (g)

Fibra
(g)

Potasio
(mg)

Hierro
(mg)

Fósforo
(mg)

Magnesio
(mg)

Vitamina B1
(mg)

Niacina
(mg)

Folatos
(mcg)

304,6

21,4

1,5

54,8

21,3

1160,0

6,2

400,0

163,0

0,50

2,4

316,0

Al adquirirlo en el mercado, los granos de fréjol deben ser densos, de tamaño uniforme y estar libres de insectos y mohos. Independientemente de la variedad, es importante que presenten una piel lisa, tersa, brillante y sin arrugas.

Los granos secos que se consuman han de ser del año, dentro de los doce meses inmediatos a su recolección. Si son más viejos pierden bastante calidad, ya que se dificulta su cocción y resultan más duras. Este factor también se ha de tener en cuenta en el momento de su compra; por esta razón, durante la elección hay que observar que todos los granos tengan un tamaño y color uniforme, que no estén partidos, pelados ni con agujeros.